En los últimos tiempos en House Habitat estamos constatando un gran interés por los edificios en altura con estructura de madera en las ciudades. Construcciones que se llevan a cabo en solares entre medianeras situados en los centros urbanos de Barcelona u otras ciudades de su área metropolitana.
Nuestro primer proyecto de este tipo arrancó en el verano de 2014 cuando empezamos a levantar la que unos meses después se convertiría en el edificio de madera más alto de Barcelona, de cinco plantas y ubicado en el barrio de Gracia. Este año que da sus últimos coletazos, como os hemos ido contando, hemos estado trabajando en dos proyectos de características parecidas: la construcción de un edificio plurifamiliar con estructura de madera en el barrio de Sants, donde se ha mantenido la fachada histórica, así como una vivienda unifamiliar de planta baja más tres en El Prat de Llobregat.
En la actualidad estamos analizando propuestas para hacer edificios de este tipo en diversas ciudades, como Sitges, Badalona, Terrassa o Sabadell. Dentro del sector, nuestros colegas corroboran que el auge de los edificios de madera es una realidad incuestionable. También importantes medios de comunicación, como El Periódico, se han hecho eco de esta tendencia.
De ello hemos querido hablar con Federico Pesl, arquitecto fundador de Amomicasa, que firma, junto a Lucila Pérez-Elizalde, la vivienda con estructura de madera en altura de El Prat. Pesl, profesional especializado en este tipo de edificios, nos aporta su visión sobre la construcción en madera y el interés despertado en las ciudades de todo el mundo por la edificación con este material natural y renovable.
¿Qué es lo que aporta la madera a la construcción? ¿Cuáles son sus principales ventajas?
La principal ventaja de la construcción en madera es que reúne los tres grandes pilares que fundamentan la construcción sostenible o “verde”: Responsabilidad Ambiental, Eficiencia Energética y Salud. Estos tres conceptos combinados nos permiten obtener beneficios que, según por donde se miren, pueden ser medioambientales, de bienestar personal, económicos o sociales. En todo caso, lo importante es saber que no existe, todavía, un material que consiga condensar tantos beneficios sin tener prácticamente ningún perjuicio. El atractivo estético de la madera es muy potente, pero por ser una característica subjetiva, yo prefiero dejarlo siempre a un margen, para defender el uso de la madera únicamente en términos objetivos.
En el plano constructivo, el uso de la madera permite trabajar con un rigor que no es habitual en la obra tradicional. Eso permite resolver detalles muy eficientes que redundan en óptimas prestaciones de los edificios. La posibilidad de prefabricar componentes, la eliminación de los tiempos de fraguado y la reducción de residuos, mejoran los plazos de obra de manera significativa. La ligereza estructural también reduce el impacto ambiental de las cimentaciones y movimientos de tierra, a la vez que agrega maniobrabilidad en los montajes y transportes.
¿A qué cree que se debe esta tendencia hacia la construcción con madera en altura en solares entre medianeras en los núcleos urbanos?
La introducción en España de la madera como material principal de construcción se ha venido produciendo esencialmente en proyectos de viviendas aisladas. Sin embargo, desde hace un tiempo estamos viendo cómo la madera comienza a ocupar un nuevo espacio en el mercado. Se trata de la tan habitual construcción entre medianeras, que representa casi la totalidad del urbanismo de nuestros cascos históricos y gran parte de los ensanches de nuestras ciudades. Es evidente que dar una respuesta constructiva a esta situación urbana es fundamental para el desarrollo de la industria de la construcción en madera en nuestro país. Para salir airosos, existen ciertos retos de diseño y de ejecución que debemos resolver de una manera impecable. Sería una pena que por diseños o ejecuciones deficientes se expanda una injusta mala fama del sector y como consecuencia se pierda una excelente oportunidad para reducir las emisiones de CO2 asociadas a la construcción. Estoy convencido de que la construcción en madera entre medianeras será la próxima revolución de la edificación en España. El número de plantas de estos edificios irá aumentando y, junto al desarrollo de otras tipologías en altura, indicará el comienzo de la siguiente revolución de la madera, que será espectacular.
¿Qué le hace ser tan optimista respecto al futuro de la construcción con madera en altura?
El uso y el prestigio de la madera en la construcción están creciendo de manera exponencial en todo el mundo. Son los países europeos de cultura maderera histórica los que van marcando los nuevos hitos de la construcción de madera en altura: Noruega, Austria, Suecia, Finlandia, Reino Unido y Francia. En el nuevo mundo, Estados Unidos, Canadá y Australia también se van sumando al nuevo reto.
Estamos ante un punto de inflexión en la historia de la construcción; un momento tecnológico asimilable a la invención del hormigón armado. La construcción en madera generará un cambio de paradigma constructivo que será capaz de adecuarse a las nuevas formas de organización económica y política que ya se están vislumbrando desde hace casi una década. Gracias a la transformación de la madera en productos derivados con tecnología incorporada, se han podido levantar en Europa edificios cada vez más altos.
¿Qué países cree que liderarán esta nueva tendencia?
Tengo la sospecha de que será Estados Unidos el nuevo motor de esta revolución aún por llegar. Los grandes consorcios madereros americanos y canadienses están promoviendo de manera muy acertada el uso de lo que llaman «Mass Timber» (CLT, NLT, DLT, SCT) para la promoción de viviendas en gran altura, edificios administrativos y de oficinas. Ya comienzan a verse proyectos de rascacielos de 50 plantas y un buen número de investigaciones de universidades americanas que tratan sobre los límites máximos de las prestaciones estructurales y contra incendios de estos nuevos productos de madera.
Serán definitivamente los norteamericanos quienes tengan la capacidad de expandir los nuevos rascacielos de madera por el mundo, como ya lo hicieran con la tecnología de sus tiempos, los arquitectos de la escuela de Chicago a finales del siglo XIX y los arquitectos europeos afincados en esa tierra a mediados del XX. Con todo el pragmatismo que les caracteriza, demostrarán que se puede construir con un material infinitamente renovable, que se podrán habitar esos edificios con altísimos niveles de confort, que gastarán muy poca energía para hacerlos funcionar y, además, lo explicaran al mundo de manera clara y contundente. En España, un país de tradición arquitectónica mineral, deberemos vencer nuestros prejuicios pero no tardaremos en adherirnos a la nueva sensatez constructiva de la madera.