¿Alguna vez se ha planteado si las casas de madera queman con facilidad? La poca tradición que tiene nuestro país en lo relativo a la construcción en madera ha hecho que en el imaginario colectivo se piense que las casas de madera se queman con facilidad. Nada más alejado de la realidad. La madera que se utiliza para construir una casa de madera está especialmente seleccionada para ello. Una de sus principales características es su bajísima conductividad térmica (la capacidad de transmitir calor). La conductividad térmica de la madera utilizada para construir casas de madera, es especialmente baja, entre un 0,09 y 0,15 Kcal/mhºC. Esta baja conductividad es lo que permite que la temperatura no se propague rápidamente al resto de la superficie en caso de incendio.
El comportamiento de una vivienda de estructura de madera ante un incendio es, por contra de lo imaginado, mejor que el de otras construcciones con otro tipo de materiales. Ante todo, hay que tener en cuenta que ningún tipo de construcción es ignífuga; todas arden ante el fuego. Por ejemplo, el hierro sufre deformaciones a partir de los 450º, cuando su estructura se colapsa y se desmorona (como ocurrió en el atentado de las Torres Gemelas). La construcción en hormigón, por su parte, se convierte en inhabitable dependiendo del alcance del fuego y, aunque la estructura se mantenga en pie, en ocasiones no queda otra solución aparte de derribarla. En cambio, una casa construida con estructura de madera queda protegida gracias al conjunto de capas que configuran el muro y que aumentan su resistencia y estabilidad ante el fuego, no sólo por la calidad de la madera empleada, sino también por los materiales que se utilizan como revestimiento y aislamiento. En el caso de madera estructural vista o jácenas, se sobredimensiona la sección de la misma para obtener los parámetros de protección al fuego, dado que la propia capa de carbón exterior protege al núcleo estructural de la viga.
La baja conductividad de la madera (de la que hablábamos al principio de este post) permite que la estructura de la edificación se mantenga estable por un largo período de tiempo durante el cual se puede evacuar la casa y extinguir el incendio. Frente al fuego, las primeras capas exteriores de la madera se carbonizan y se forma “una costra” que evita que el fuego penetre sus capas más interiores. La estructura se mantiene debido a la baja dilatación térmica de la madera, apenas 0,7 mm/min. En todo caso, es más sencillo reparar los daños ocasionados en una vivienda de madera que en una tradicional, puesto que muchas veces bastaría con cambiar la zona afectada (hay que tener en cuenta que la mayoría de los incendios se originan en el interior por descuidos, como que se queme una cortina, un sofá, un cruce eléctrico, etc.). Como ya hemos visto, ningún tipo de construcción es ignífuga; todas queman ante el fuego. Será en el proyecto arquitectónico de su vivienda donde se indiquen las normativas establecidas por el CTE según los usos utilizados y los tipos de materiales utilizados.
Otro factor a favor de la construcción de casas con estructura de madera es que los gases resultantes de la combustión de la madera no son tóxicos lo cual también ayuda a preservar las vidas humanas.