La comunidad internacional ha tomado conciencia sobre la necesidad de detener el calentamiento global e impulsar una economía baja en carbono. En el contexto de la Unión Europea, un objetivo vinculante es que en 2030 se reduzcan al menos el 40% las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con 1990. El 80% en 2050.
Una de las palancas fundamentales de actuación para conseguir esta meta es la edificación, sector que origina en la UE el 35% de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático. En esta dirección, la Directiva 31/2010 sobre eficiencia energética de los edificios (responsables del 40% del consumo total de energía) señala que, a partir del 31 de diciembre de 2020, las nuevas construcciones deberán tener un consumo de energía casi nulo.
Un paso más allá en cuanto a ahorro energético en los edificios se sitúa el estándar Passivhaus, centrado en reducir o eliminar las necesidades de calefacción o refrigeración para mantener el confort climático interior. Para ello establece cinco principios básicos a la hora de construir un edificio: un elevado nivel de aislamiento para paredes exteriores y cubiertas, la eliminación de los puentes térmicos, altos valores de estanqueidad de la envolvente, la instalación de un sistema de ventilación mecánica con recuperación de calor, así como de ventanas y puertas de altas prestaciones. Para poder certificarse Passivhaus, el edificio debe cumplir unos exigentes resultados relacionados con la demanda de energía y la hermeticidad.
¿Por qué utilizar madera en los edificios Passivhaus?
En House Habitat seguimos siempre los criterios Passivhaus en nuestros proyectos de construcción. A ello añadimos el empleo de materiales naturales y sostenibles, respetuosos además con la salud de las personas, con la madera, un gran aislante térmico, como elemento estructural.
Según un reciente estudio, solo en la ciudad de Barcelona si todos los edificios siguieran los criterios Passivhaus se evitarían 1.022.349 toneladas en emisiones de CO2, cantidad equivalente a la que absorben 100.000 árboles.
La construcción en madera ayudaría aún más a reducir la contaminación.
El empleo de madera procedente de bosques donde se realiza una gestión sostenible, basada en principios de repoblación, contribuye a garantizar la supervivencia de los principales sumideros de CO2 del planeta. Los árboles jóvenes, plantados para su posterior uso en la construcción, detraen carbono de la atmósfera cuando crecen, y lo hacen en mayor medida que los maduros.
En contraste, cabe mencionar que la producción de cemento supone el 6% de las emisiones de carbono mundiales; mientras que la de acero –la mitad de la cual se destina a la edificación- suma el 8%. En el proceso de transformación, de materia prima a material constructivo, la madera destaca también por la menor contaminación por emisiones de CO2 en relación a los materiales habituales. Por ejemplo, la energía necesitada para producir una viga de madera laminada es una sexta parte de la requerida para una de acero de resistencia comparable.
En conclusión, seguir el estándar de eficiencia energética Passivhaus y utilizar madera para la construcción de edificios son dos soluciones que ofrecen una respuesta adecuada desde el sector, ante la urgencia de actuar para frenar el cambio climático. Dos tendencias, además, en claro crecimiento a nivel internacional y perfectamente complementarias.
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